“Un trastorno de la personalidad que se caracteriza por la necesidad excesiva de afecto y el temor a la soledad. Son precisamente estos rasgos los que impiden que los dependientes emocionales mantengan relaciones positivas y duraderas, por lo que repiten constantemente el mismo patrón en su historial amoroso”.[1]
Se asevera, entonces, que la
dependencia emocional es una enfermedad, una patología psicológica. Una
adicción, un vicio mal sano que puede ser solo comparada con otros vicios lamentables
como las drogas y el alcohol, pues también te generan dependencia.
El dependiente afectivo
tiene una idea distorsionada de lo que es el amor, y lo idealiza como un algo
tan preciado, tan preciado que sienten un terror o una fobia a perderlo. La dependencia afectiva
aguanta todo lo negativo, todo a cambio de compañía, por más insana que esta
sea, prefiere un amor contaminado a una soltería libre de traumas.
“Cuando
hablamos de dependencia afectiva, estamos hablando de la conducta que tienen en
este caso algunos jóvenes, de creer que necesitan, no, de alguna manera a una
persona, necesitan situaciones en las cuales no lo dejan avanzar”.[2]
La dependencia afectiva es, entonces, un
apego desmedido e ilógico hacia la pareja, una adicción a sentir compañía de
esta. La dependencia afectiva, claro está, no solo tienen que ver con parejas,
sino, incluso, con familiares o amistades de todo tipo.
Entrevista
http://www.walter-riso.com/la-adiccion-afectiva/
http://www.walter-riso.com/el-amor-y-los-nuevos-valores/
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